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Centro Regional de Formación Profesional Docente de Sonora

Club Ardillitas de UPN Navojoa: aprendizaje, servicio y comunidad

Por Carlos Sánchez

Urdir en las ideas para encontrar fórmulas. La búsqueda urgente de optimizar los recursos para la enseñanza y el aprendizaje. 

Micaela Velásquez Nieblas es maestra de la Universidad Pedagógica Nacional, plantel Navojoa (UPNN); desde su faceta como educadora, emprende los caminos para transitar hacia la perfección. En su inquietud, un día encontró la idea de formar un club de tareas, informó sobre el proyecto a la Dirección del plantel y la respuesta fue acogida con entereza. 

Desde esa fecha (julio de 2023) la UPNN tiene en su haber el Club de Tareas Ardillitas, el cual consiste en prácticas, a manera de servicio social, de las y los estudiantes del plantel, en beneficio de 42 niñas y niños de primaria.

El club le debe su nombre a la mascota oficial de UPN. 

Cuenta la maestra Micaela que el proyecto nació estando en vacaciones, poco antes de regresar a clases: “Fue al tratar de hacer algo para que los alumnos conocieran una forma distinta de trabajo y pensando en el trabajo social que ellos realizan en la comunidad”. 

La idea concreta fue que estudiantes de UPNN pudieran hacer su servicio en la escuela y, al mismo tiempo, apoyar a la comunidad.

“Pensamos en atender niños y el club de tareas es también una posibilidad de trabajo que pueden tener los alumnos y al egresar tienen también la posibilidad de implementar lo que aprendieron en la carrera. La idea surgió para que ellos practicaran aquí y que vean que sí se puede, que pueden hacer ese tipo de actividades y que, a su vez, se formaran en ese sentido”.

Velásquez Nieblas es maestra de las materias Prácticas profesionales, Seminario de tesis, Evaluación educativa, entre otras. Retornó de su jubilación para seguir aportando a la sociedad desde su conocimiento, en el interior de UPNN. Incansable en el deseo de construir mejores sociedades, Micaela atisba a los resultados que el proyecto ha arrojado. 

“Los logros han sido que nuestros alumnos se forman, se capacitan. Para lo del club de tareas trajimos gente con experiencia en lo que es lectoescritura; en la capacitación que estas personas les brindaron a los estudiantes, se buscaron también estrategias para trabajar las matemáticas. Pronto los niños del club se vieron fortalecidos, son ellos los mayores beneficiarios de este proyecto, ya que son atendidos dos horas diarias de una manera individualizada, y los padres de familia se ven fortalecidos también porque han encontrado un especialista que ayuda a los niños en sus actividades, sin requerimiento de cuotas”

El club de tareas es un programa comunitario que, avizora la maestra Micaela, ha llegado para quedarse. La cancha que abarca no tiene medidas, los beneficios se desbordan, la ganancia que reditúa aprendizaje y enseñanza. 

“Aparte de desarrollar competencias docentes en este club, los estudiantes desarrollaron habilidades emocionales como docentes, aquí se siente el apego con los niños, conocen las características de los alumnos; quienes realizan prácticas de preescolar tienen la posibilidad de trabajar con niños de otro nivel educativo, aparte de eso se desarrolla un ambiente agradable de parte de los niños, con un agradecimiento hacia los maestros y de los maestros a los niños. 

En este proyecto la sociedad se volcó en solidaridad, apunta Micaela: el DIF aportó una caja de material didáctico y algunas empresas se sumaron con patrocinio para hacer la lona de promoción del club: “Yo creo que eso es muy bonito, porque la comunidad en general de Navojoa conoce ya el trabajo de los alumnos de UPN plantel Navojoa”. 

El trabajo formativo

Daniela Martínez busca la vida a través de sus manos y su mirada, desde su labor en el campo, hasta llegar a las aulas. Recién egresada de la Licenciatura en Pedagogía por UPNN, recuerda los días de trabajar en la pizca de papa y jitomate. Esos días de formarse el carácter y pretender resolver los requerimientos más necesarios para el vivir. 

Hoy es licenciada, y la vida le ha dado un vuelco: conoce los privilegios del aprendizaje y la enseñanza. 

Daniela forma parte del club Ardillitas. Y comparte su experiencia:

 “Nos enteramos de que se iba a abrir un club de tareas y concluimos: qué mejor que desde aquí de la escuela ya nos estén dando el apoyo para aprender a trabajar con los niños, aprender los contenidos que ellos ven en su primaria, porque nosotros ya estamos enfocados; en mi caso, que me tocará trabajar en primaria, trabajar con niños en mi escuela ya me estaba ayudando para cuando me tocara hacer mis prácticas profesionales y ya no tener que ir a la primaria, ni hacer planeaciones, ni hacer contenidos, desde aquí en mi servicio social ya estaba encaminada a dar clases, ya estuve llevando el rol de ser maestra, cuando me tocó ir a la primaria ya se me hizo más sencillo porque ya conocía cómo trabajaban los niños”.

La emoción asciende, ante los retos que la vida presenta, urdir y ejecutar, procede Daniela.

“Me tocaron dos niños que tenían problemas con lectoescritura, más que nada con la ortografía porque ellos ya estaban en cuarto ciclo escolar y juntaban mucho las palabras, las letras, no hacían espacio, abarcaban dos renglones, también confundían la b con la p, tenían esos problemas”.

Los avances significativos, el júbilo de cuando se llega a buen puerto. Los niños aprendieron y le confirieron la gratitud a la maestra, por eso la emoción en Daniela, por eso destaca: 

“Cuando un niño me dice ‘maestra’ siento mucho respeto, estimación, el aprecio de los niños, siento muy bonito cuando me dicen ‘maestra’, y más porque estoy consciente de que aún no tengo mi título. 

“También me tocó trabajar con dos niños que eran míos, que todos los días los veía y por eso se creó un vínculo de confianza, de amistad, de mucho cariño, los niños me platicaban de su vida normal, no sé si me veían como su mamá, como su hermana, como una amiga, luego uno de los papás me dijo: ‘maestra, si usted logra que los niños terminen esto, va a ser como la prueba de fuego’ porque los niños eran muy inquietos, eran cosa seria”. 

El lado más bonito de la docencia

Al paso de los días se enteró de que el pizarrón se acogía en su vocación. Antes de ingresar a la UPNN, miró hacia otros horizontes. Ya sobre la marcha, en cada una de las materias que descubría, se fue sintiendo como pez en el agua. 

Janeth Félix Goycochea es hogareña, el olor de la cocina la hace identificarse con el arte culinario; mientras cocina escucha canciones de los ochenta, esas de antaño, los clásicos de José José y Juan Gabriel. 

Hace unos días concluyó su participación en el Club de Tareas Ardillitas, una aventura de aprendizaje inconmensurable que ahora comparte: 

“En este club logré enseñar a los niños y a su vez logré aprender muchas cosas también; es una emoción muy bonita el poder estar. Apoyar, enseñar, me enseñó a conocer el tipo de aprendizaje que cada uno de los niños tiene.

“Al inicio trabajé con un niño que tenía dificultades de lectoescritura, me costó algunas semanas de trabajo para lograr la evolución en él; pero luego, a final del ciclo, este niño en un video habló sobre que él había anotado su cambio, su evolución, eso se lo dijo a la maestra a través del video y eso fue todavía más motivador para mí. 

“Ya al fin me quedé con un niño que estuvo conmigo dos meses, ese sí fue un reto para mí, la madre del niño me mencionaba que él tenía problemitas, aun así, yo decidí tratar con ese niño y al final pude lograr ver una evolución muy avanzada en él, podría yo llamarlo un reto porque me considero una persona muy paciente, no sé decir ‘no’ tan fácilmente, entonces se me complicó, quizá por falta de carácter, pero al final logramos el objetivo que es la enseñanza y el aprendizaje. 

“Este club me dio la seguridad que se requiere para estar en grupo, aprendí bastante, de hecho, yo voy para maestra de preescolar y tengo más vocación en eso, pero mi licenciatura es en pedagogía y abarca cualquier nivel educativo. La experiencia que viví en este proyecto me llevó a controlar trabajar con niños de niveles educativos más altos.

“Estudiar esta carrera, en UPNN, me hace valorar todas las oportunidades que me abrió y me llevo al final de mi carrera, gracias a mi paso por este plantel, el lado más bonito de la docencia” 

La convicción de ser maestro

Para Axel Morales Yocupicio, la profesión que más le guiñó el ojo fue esa en la que las oportunidades de interacción estuvieran a la mano, por eso nunca dudó que su destino serían las aulas. 

“Siempre tuve muchos sobrinos y de allí nació mi interés por enseñar; ya tenía yo la manera de convivir y de cómo acercarme a los niños, y ahora buscaba la manera de enseñar” 

Axel es de la comunidad Chinotahueca, aledaña a la ciudad de Navojoa, y cursó la Licenciatura en Pedagogía. En su recorrido diario a la UPNN, recuerda la puntualidad de sus objetivos: concluir la carrera para servir a la sociedad. 

En el club de las Ardillitas, encontró la oportunidad del desarrollo de sus habilidades, el aprendizaje óptimo y oportuno. 

Recuerda: “Una vez se golpeó un niño y me asusté mucho, no hallaba qué hacer”. 

Pero un día, también, Axel se dio cuenta de que los accidentes en clase lo obligaban a actuar y resolver, parte de la enseñanza, de los avatares cotidianos, de la generosidad de un club que hace comunidad. 

“Aprendí muchísimo con lo del Club de Tareas Ardillitas, como trabajamos con niños de entre y nueve y diez años, fue muy enriquecedor para mí, ahí fue cuando dije: ‘no, pos, aquí soy’.

“Mi experiencia principalmente fue la responsabilidad, porque está claro que yo de quien aprendo es de los niños, pero para mí el mayor compromiso fue asistir cuatro horas al día, eso me dio pie para desarrollar más mi responsabilidad porque era claro que era un servicio social, al margen del horario que yo tenía de clases en la escuela; tener esta responsabilidad me hacía tener otra actitud y mi día lo podía manejar de mejor manera: que me fuera bien con los niños era para mí estar bien el resto del día”.

Axel Morales Yocupicio agradecido va por la vida, sobre todo de este paso por la UPNN. Con claridad, lo apunta: 

“Terminé mi carrera y me voy muy bien, mejoraron las expectativas que yo tenía, la verdad por muchísimo, porque yo aquí meramente entré con un propósito, pero fui aprendiendo muchas cosas y me digo: ‘esto fue más de lo que yo esperaba de los maestros, de todo lo que en sí es la carrera, el campo que tiene, cómo poder desarrollarlo’; me voy muy contento y a la vez me digo, ‘qué triste ya terminé’, pero me voy convencido de que realmente quiero ser maestro”.